Faltan pocas horas para que el Senado argentino defina si aprueba o no la Ley de Despenalización del Aborto. Fueron meses de debate, reflexión y de visibilizar un tema que hasta hace poco tiempo era un tabú absoluto. Sea cuál fuere el resultado, la sociedad en general saldrá fortalecida. Sea el que luchó por salvar a las dos vidas, como el que priorizó la de la madre y la libertad de la mujer de planificar la suya, han presentado argumentos válidos que se distanciaron uno del otro por una línea tenue, ya que ambos provienen el territorio de la bienaventuranza. Algunos han hablado desde experiencias propias, otros tocaron de oído, pero sin duda todos han puesto mucho corazón en éstos meses para definir qué piensa el pueblo argentino sobre un tema tan delicado.

      En lo personal, como mujer,  periodista y feminista creo que el 8A perderemos la oportunidad de garantizar la vida de las mujeres que, sin lugar a duda, seguirán abortando sin el permiso de los senadores. Lloraré en silencio por cada vida joven malograda, por no haber podido iluminar el tugurio de las clínicas clandestinas, por cada adolescente violada que tendrá que cargar en brazos el fruto de un horror en lugar del amor, por cada hembra que corra el riesgo de ir presa por ejercer un derecho natural, por cada prostituta que tenga que pagar la fortuna que vale un aborto clandestino a su cafisho, sin saber si saldrá o no viva de ésa experiencia.
     Pensaré por qué es diferente en Italia, Holanda, Dinamarca, Noruega, Francia, países desarrollados que lo despenalizaron ,  habitados por personas aparentemente frías, cuando aquí nos creemos solidarios y en lo profundo ocultamos indiferencia ante el sufrimiento ajeno, principalmente cuando de mujeres se trata.
     Recordaré frases que me hicieron conocer más a fondo a personas cercanas, testimonios de amigas que no sabía que habían abortado, hombres sensibles que nos apoyaron, otros que sólo pensaron en las arcas del Estado, una Iglesia del corazón viviente, la otra, rígida, la  de los oros y los tesoros, siempre acusadora.
     Aún así, con los avatares de lo que no pudo ser , habremos salido fortalecides de éste desafío, con la esperanza de seguir avanzando en democracia, siempre de la mano y  por el bien común.