Romper, rasgar, destrozar…
Destruir el patrimonio público, arengar la violencia, convertir un reclamo justo en un teatro de títeres del poder destituido. Ensuciar y profanar los símbolos patrios. Quemar banderas, graffitear el Cabildo, cortar el tráfico y el aliento de los que por ahí transitamos. Eso fue la marcha por Santiago Maldonado. Triste para él, para su familia , para los que lo buscan esperanzados y para los que nos damos cuenta que es un instrumento de odio más en manos de los que quieren justificar un golpe de Estado. Ojalá octubre nos encuentre lúcidos para que podamos recoger los pedazos de todo lo que están haciendo añicos los encapuchados y los encaprichados.
Ésta semana una sobrina del corazón fue avisada que su colegio será tomado hasta el miércoles en asamblea de los estudiantes con pleno apoyo de la dirección y de los maestros. La desaparición de Maldonado se utiliza como tema central para un adoctrinamiento alevoso y la adolescente, por pensar distinto, sufre bullying promovido por los propios adultos. Me pregunto por qué no reaccionaron las autoridades del colegio ante el crimen del fiscal Nisman o la desaparición de Julio López de la misma manera. La grieta se agranda. Ojalá prevalezca el sentido común y la gente vote por la paz y la cordura.