Toda mujer debería tener, al menos, un amigo entrañable. Sin ellos no hay quienes nos defiendan de los demonios seculares, quienes nos digan la verdad, quienes nos aparten de la soledad de la gran ciudad, quienes nos inspiren ideas brillantes y nos hagan sentir hermosas aunque ya no lo seamos. Con ellos aprendemos malas palabras, qué corte de pelo nos queda para la mierda, la existencia de un tal Dow Jones y la sensibilidad escondida de un mundo que no se resume al fútbol y a la pornografía, los cucos del imaginario femenino. Con un amigo puede darse que descubramos por qué no funcionó aquel amor del pasado o que nos sintamos ante una nueva hermandad sin la exigente lealtad de la sangre. En el caso de que la suerte esté de nuestro lado y , además de ser buena persona, sea talentoso, veremos cómo crecen sus proyectos, aprenderemos de su obra y seremos parte de una energía distinta a la nuestra. Es una experiencia recomendable.
Nos hicieron creer a las mujeres que el centro del mundo es la relación de pareja, no obstante, un amigo nos viene a recordar que hay una vida fuera del cuento que nos contaron y que repetimos sin cesar. Aprendemos con ellos que los hombres lloran cuando miran una película de amor. Que a veces no se les para. Que no son todopoderosos. Que les duele la traición tanto como a nosotras. Aprendemos a ver la grilla de los partidos de fútbol, a amar el cine argentino, a escuchar con oído atento a Spinetta y a no darle tanta bola a la dieta. Un amigo es capaz de saltar la grieta para darnos un abrazo, nos tiñe el pañuelo verde de amarillo y lo convierte en batik. Cuando eso pasa es el momento justo en el que empezamos a compadecernos de su suerte: que algunos no puedan ver a sus hijos por una falsa denuncia, que los echen del laburo por recortes de presupuesto, que enfermen de tristeza por cargar escudos pesadísimos y, aún así, pierdan sus batallas. En las curvas ascendentes sus hombros son fuertes para el consuelo, garantes indiscutibles para el alquiler y GPS para nuestras tantas vueltas. A ese tipo de amigo se les enseña que la feminidad no se encuentra en la vereda de enfrente, que estamos locas, sí, pero que siempre los rescataremos del vacío y que el amor es incondicional porque lo más importante entre dos seres humanos, en un mundo superpoblado, dejó de ser el sexo hace tiempo. Juntar esos dos universos dispares y, a la vez, complementarios , es la clave secreta que nos abre la ventana hacia el infinito.
Han sembrado mucho miedo entre nosotros. No vaya a ser que nos confundamos. No vaya a ser que despierte mi deseo. No vaya a ser que descubra sus secretos. Si bien es cierto que grandes amores han nacido de la amistad , perder la chance de tener un amigo por temor a que pasen cosas sólo se compara a viajar en transatlántico y no salir a mirar el mar por miedo a sufrir vértigo.
En este mes de balance les propongo que reflexionemos sobre la enseñanza del arcano 14 del Tarot, La templanza y la runa Daeg (23), la transmutación : que el Espíritu Femenino se mezcle con el Masculino para que podamos tener amigos inspiradores y alegrarnos la vida mutuamente.
(Ilustración de Lorenzo Mattotti)