En el año 1815 en Ucrania (más precisamente en el pueblo de Ludmir) nació Jane Rojl (o Ana Raquel), una chica rara, muy rara . Desde pequeña prefirió estudiar la Torá a jugar con muñecas, se escabullía para estar en silencio y en oración . Siendo adolescente dominó el hebreo a la perfección y transmitía con los ojos brillosos las historias del Talmud y del Midrash a quienes quisieran escucharlas. Encantadora, no le faltaban pretendientes para casarse, sin embargo, un llamado profundo la alentaba a seguir estudiando e investigando sobre los asuntos de Dios. Tras la muerte de su madre, a quién amaba, Ana sufrió una gran depresión. No quería vivir más, pedía estar con su madre en dónde ella estuviera. Fue un período triste , pero de gran crecimiento interior. Una mañana, después de haber dormido entre lágrimas, despertó diciendo que ya no quería morir . Esa noche había conocido el Cielo y la corte de Ángeles le había otorgado un Alma Adicional.
Al poco tiempo, su padre murió y le dejó una herencia considerable, la que utilizó para construir la Pequeña Sinagoga de Arriba, en su pueblo . Toda Ucrania y Polonia quiso saber quién era esa mujer Santa y empezaron a llegar peregrinos que la visitaban para que los bendigan. En ése lugar se formó un grupo llamado “Los seguidores de la doncella de Ludmir” formado por hombres y mujeres que estudiaban sus interpretaciones de las Sagradas Escrituras.
El Rabino de la comunidad de Bet El, Daniel Goldman, contó que su madre, nacida en Ludmir, contaba historias de ésa mujer inspirada que hablaba detrás de una cortina y maravillaba a todos. Poetas le han dedicado sus versos e Isaac Singer, Premio Nobel de Literatura 1978, escribió su famoso cuento Yentl, sobre una mujer que haciéndose pasar por varón estudió en la Escuela Rabínica. Ana, la rara, había sido su musa inspiradora. Al poco tiempo, Barbara Streisand protagonizó la película homónima que en 1983, con su voz magnífica, eternizó canciones como Papa, can you hear me? y The way he makes me feel. Hoy recordamos a una mujer que supo hacer de su rareza, un tesoro.