La película de Luis Ortega, basada en la vida de Carlos Robledo Puch, sorprende por la calidad del guión de Rodolfo Palacios, Sergio Olguín y Luis Ortega,  la dirección impecable, pero, sobretodo, de por la actuación de Lorenzo Ferro como Puch. El joven actor tiene talento .  Éste es su primer protagónico y lo coloca como pivot de un tema en el que se desempeña con soltura, sensualidad y una semejanza abrumadora con el criminal. Quién haya visto alguna vez la foto de su detención, con el cabello al viento y la remera a rayas quedará con la boca abierta.

La película transcurre en el año 1971, cuando “Carlitos” tenía tan sólo 17 años, recorre su barrio, calles, escuela, compagina sus robos, colegas, crímenes, recreando una época en dónde no falta una mención a los programas de tevé  en vivo, al estilo Música en Libertad, la moda, diseño de muebles y decoración flower power, con una fotografía muy cuidada de Julián Apezteguia y figuras enormes como Mercedes Morán, Daniel Fanego, Luis Gnecco, Cecilia Roth y la nueva generación, como el Chino Darín y Peter Lanzani. Hay una participación especial, que más parece un homenaje al poeta y actor Fernando Noy que retrata el espíritu desopilante de la previa de los años de plomo.
 El director no se privó de homenajear a su padre,  Palito Ortega, haciendo sonar uno de sus hits más famosos  y como producto final logró una linda película. Lejos de ser rosa, recordemos que la propuesta es  zambullirse en la historia de un psicópata que cometió once crímenes antes de recibir la pena de prisión perpetua.
Dicen que cuando recibió la noticia de que harían una película sobre su vida, Robledo Puch se mostró entusiasmado. No obstante,  la alegría le duró poco. Prefería que  su papel lo hiciera un actor consagrado, por ejemplo, Leonardo Di Caprio. Ésa altanería  es la que logra captar El Ángel, algo que va más allá de las palabras y que sólo el arte sabe transmitir. No se la pierdan.