La solidaridad no debiera ser un acto aislado en un contexto difícil. Es la manta para el inundado, el plato de comida para el hambriento y el techo para el refugiado, pero también es incluir al discapacitado, darle la vacante al Asperger y abrazar al portador HIV positivo.
Como neofeminista quiero dedicar la columna de hoy a las mujeres solteras. Muchos preguntarán ¿ hay algún mérito en elegir estar sola? Por supuesto que sí. A razón de lo difícil que se les hace el camino, lleno de impedimentos, miradas insidiosas y discriminación, abrazo a las que dejaron sus vidas para cuidar a sus padres, a las que no se conformaron con el amor de paso, a las que quisieron darle a sus familias un título, una profesión, un horizonte que fuera más allá del muro, a las que perdieron a sus hombres en el camino y no por eso se resignaron a encontrar otro amor, a las guerreras que por sus heridas desistieron de batallar, a las que son amadas pero no legitimadas, a las madres que cuidan solas a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Quiero abrazar a las nuevas mujeres, las que no nacieron con el género pero sí con el alma femenina y se les hace aún más difícil encontrar su par y convocar a todas a una gran ronda imaginaria de hembras todoterreno. Porque nada más lindo que aceptarse como uno es y estar unidas en las buenas y en las malas. Tranquilícese: usted no está leyendo el diario del mes pasado. Día de la madre, de la mujer , de la secretaria son puro comercio, instauremos el Día de la Solidaridad para ponerla en práctica con quienes consideremos merecedores. Por mi parte, éste día se lo dedico a mis amigas solteras.