Qana, Caná o Canaán es una extensa región de la antigua área sirio fenicia más conocida como la creciente fértil. Está a ocho kilómetros de Nazaret, linda con el Líbano y está a tan solo diez kilómetros de Tiro. Así se denomina por ser la ciudad de Cam, nieto de Noé,  nombrada ya en el Antiguo Testamento y que  tiene más de cinco mil años . Cananeo es sinónimo de mercader, ya que esa región pos su fertilidad y ubicación se destacaba por el comercio. Los romanos, en el año 132-135 cambiaron su nombre por Palestina, luego de sofocar una rebelión contra los hebreos. Ahí viven hoy cerca de diez mil habitantes, musulmanes chiitas, una de las principales corrientes del Islam, que siguen la jusrisprudencia Ya´farita y católicos maronitas , que siguen la Iglesia de Antioquía.

Kafr Kanna o Caná es la ciudad en dónde todo empezó . Allí, en la boda más famosa de la Historia, a la que paradójicamente nadie recuerda el nombre de los novios, la madre de Jesús acudió a su hijo para que resuelva un tema doméstico. La fiesta se había quedado  sin vino. Nada menos auspicioso para quienes empiezan una vida juntos. El néctar que representa el amor, la vida, la sangre misma, se había consumido hasta el fondo de los barriles. Jesús le dijo Mujer, todavía no ha llegado mi hora , a lo que María, como toda madre que empuja a volar a su pichón, no le faltó actitud y  dijo a los empleados Hagan todo lo que él les diga.  En el lugar había seis tinajas de piedra que los judíos usaban para lavarse antes de entrar al templo. Él las señalo y  ordenó, Llénenlas de agua y cúbranlas. Tras verlas rebalsando rezó y las bendijo. Luego, dijo, Pueden servir. El maestro de ceremonia nunca había probado algo así. Anonadado, dijo a los dueños de casa,¿ Por qué dejaron el vino bueno para el final, cuando es habitual servirlo primero?

Lanzarse al vacío no es un tema sencillo. Lograr cortar la tierra para que la brizna siga creciendo y se transforme en un árbol que dé fruto, tampoco es fácil. Caná enseña el poder de la decisión que brota de la certeza. María insta a su hijo a que se transforme. Él titubea, pero avanza hacia su destino.  Lo más importante no fue el hecho de que  el  agua se haya convertido en vino. Es Jesús que se convierte en el Señor del Milagro en la ciudad del eterno conflicto.

La Iglesia de la Boda es simple, pequeña y no tiene grandes adornos, pero lo que emanan ésas paredes es la belleza de la sencillez. Cinco parejas de peregrinos renovamos los votos matrimoniales. Es un verdadero milagro que hayamos estado casados algunos quince, veinte, cuarenta años ! Con Gustavo este año cumplimos veinticuatro años de relación. Silvia Canda fue nuestra madrina y en la ceremonia los hombres lloraron. El Padre Rafael y Sara nos abrazaron con calidez. Cuántas crisis, dudas y reconciliaciones se necesita, cuánto perdón, para afianzar una relación de a dos. Nadie sabe lo que sucederá el día de mañana, pero transformar y confiar, en Caná, pasan a ser sinónimos.

Ahora la ciudad también es visitada por los monumentos a los caídos. Los bombardeos del 1996 y el de el 2006 causaron  la muerte de muchos civiles, incluidos mujeres, niños y ancianos. La guerra ha hecho estragos en la región. Pidamos que el milagro de la Paz colme los corazones de los enemigos, transformándolos en hombres de buenas intenciones. Alianza. Conciliación. Amor sobre todas las cosas. Pidamos transformar nuestros corazones indiferentes en una copa rebozante de vida plena.

 

(Obra de Willem van Herp, Las bodas de Caná, (1657-1729) Museo del Prado)

Próxima entrega Cap XI   Haifa – Monte Carmelo.