El cuarenta es el número de la espera y del castigo. Llegar a los cuarenta años es más doloroso que a los cincuenta. Los ladrones de Alí Babá fueron más terribles que cualquier mafia sindicalista y ni les cuento las peripecias que tuvieron que vivenciar  los judíos para llegar a la Tierra Prometida en sus cuatro décadas de peregrinaje. Los cuarenta días de la Cuaresma y la cuarentena de las parturientas para restablecer su energia nuevamente. Ni les cuento los delirios que puede tener uno cuando alcanza los cuarenta grados de fiebre. El rey David reina cuarenta años, al igual que Salomón. Jesús va al templo cuarenta días después de su nacimiento, ayuna el mismo número de días para entregarse ante los tribunales romanos y resucita cuarenta horas después de su muerte. Rousseau decía que era el número de la plenitud del ser, en dónde se logra reunir las cualidades del cuerpo y las de la mente, de hecho Moisés es llamado por Dios a los cuarenta años. Noé navega durante el mismo lapso del tiempo con su arca, hasta que la paloma le trae una rama en el  pico. En matemática, inicia una serie de sufijos que no terminarán hasta los cien. Hasta los treinta nos animamos a cambiar, a partir de los cuarenta y vienen los cincuenta, sesenta ,setenta ochenta y noventa. Cuando están hartos de repetirnos algo , nos dicen te lo dije cuareeeenta veces, mostrando el hartazgo en su máxima expresión . Pero con los cuarenta grados de temperatura de la semana pasada pude constatar que es el límite que puede soportar una persona normal . Es el dígito del termómetro que nos convierte en zombies, vulnerables, fragilísimos, en suertes de entes y entas.