Nada más triste que el personaje apoderándose de un individuo. Liza Minelli nunca pudo salir de Cabaret, Antony Quinn de Zorba, el griego y Omar Shariff de Doctor Zhivago. La cartomante vestida con turbante y pollera, el turista depredador que sólo piensa en sacar fotos, la ama de casa de la propaganda, dulce e impecable abrazando el inodoro, son interesantes en la ficción, pero en  la realidad, son patéticos. El personaje, lo que uno encarna arquetípicamente y que muchas veces se enaltece por el deseo de pertenecer o el éxito fugaz que proporciona se ve en estos tiempos representado en su máxima potencia en el chat de mamis. Figura colectiva y virtual, ya no se expresa como individuo, sino que funciona como la Matrix controladora, sagaz, disciplinaria y, como no…consumista.

        Con la excusa de mejorar la comunicación en los tiempos que corren este descendiente del coro del teatro griego expresa la voz de todos, la que no puede dejar de ser escuchada, la que al ser desoída, atraerá al desobediente el peor de los destinos. Una empresa de alfajores, viendo el impacto que pueden llegar a tener las temerarias progenitoras , creó un slogan “aprobado por el chat de mamis”. Y como todo aparato de control, cuenta con sus claves secretas y códigos de poder que deben ser aprendidos rápidamente. Lo que no es adecuado decir a todas, desemboca en el whatsapp personal de cada integrante, creando verdaderos ríos de lava ardiente capaz de sepultar a tres nuevas Pompeyas. ¿ A favor del aborto? Cómo trae al hijo a colegio católico? Viste, salió en el auto del profe de Educación Física! Ésto te lo puedo decir a vos, ésta nena es el demonio. No la quiero en el cumple de mi hija. Listas secretas, cafecitos a escondidas y tráfico de influencias generan un clima hostil, snob y  con  bullying asegurado.
        Nuevos formatos para viejos esquemas. Tratemos de que no nos trague el personaje. Ser madre no nos cubre con el manto de la bondad, ser buena persona es más importante que obtener  un Martín Fierro de Oro.