El VPH, Vírus Papiloma Humano, es una enfermedad que se transmite por el agente homónimo por contacto sexual. Si bien hay más de doscientos tipos diferentes de VPHs, entre ellos los que producen las verrugas genitales, otros son más agresivos y las reiteradas infecciones que ocasionan redundan en cáncer de cuello de útero en la mujer y en tumores urogenitales en el varón. En la Argentina la vacuna contra ése mal fue incorporada al Calendario Nacional de Vacunación desde el 2011. Desde entonces niñas y niños de once años de edad pueden aplicársela gratuitamente, evitando el contagio en el futuro. No obstante, si bien crecen los casos de la propagación del virus y la respuesta no sólo existe, sino que está al alcance de la mano, menos de la mitad de los que se aplican la primera dosis regresan a los seis meses para  completar el ciclo de vacunación. Es fundamental que los adultos acompañen a sus hijos, sobrinos y ahijados en éste proceso. Fueron estipulados los  once años para la vacunación porque la comunidad científica afirma que es la edad en la que el sistema imunológico mejor responde al estímulo y asegura la formación de anticuerpos.

          Cuando planteamos la necesidad vehemente de una educación sexual para todos y de poner sobre el tapete temas como el aborto, la trata y el embarazo adolescente, tratamos de evitar éste tipo de desinformación. Teniendo solución, seguimos sumergidos en el problema y la única responsable por éste desatino es la ignorancia.
         La educación sexual no pervierte a nadie, pero encubre y justifica a quienes lucran con la enfermedad, el dolor y la muerte de nuestros jóvenes.