Corría el año 93 cuando una amiga  decidió hacerse un aborto. Por más que tratara de convencerla, no hubo caso. Era una situación muy delicada, ella conocía mi postura pro vida, no obstante, insistió que la acompañara. Era una tarde fría de mayo, las calles de San Martín parecían relucientes en un otoño particularmente cálido. Subimos una escalera lúgubre, esperamos minutos que se hicieron eternos en una sala atestada de gente. Mi amiga, con manos temblorosas entró por una puerta en la que la esperaba el doctor. Yo me había llevado un libro de Marguerite Duras, ya ni me acuerdo cuál. Después de varias horas salió de la anestesia y atontada, tomamos el camino de vuelta. Ya no era la misma persona. Si existiera la lobotomía emocional, diría que fue eso lo que le hicieron. La enfermera nos pidió que saliéramos con discreción. La peiné y le sequé las lágrimas. La ayudé a bajar las escaleras. En la puerta, ya en la calle, me desmayé. Tuvo que ayudarnos un policía.  Hoy es una anécdota que la hace reír, pero nada pudo ser más bizarro en ese momento. Definitivamente, no sirvo para probar platos tan fuertes.

        El debate maratónico que se prevé en Diputados por el tema del aborto tendrá inicio el 10 de abril. Según expertos, se extenderá hasta mediados de mayo y se calculan 117 horas de debates. El poema espantoso que viralizó el senador Bullrich en las redes sociales , titulado Yo te amo mamá inclinaría la balanza a favor de los abortistas. Hay que ser muy prudente a la hora de escribir. Palabra y piedra suelta, no tienen vuelta y el ex ministro de Educación parece no saberlo.

       Por otro lado, quedan temas no menores como el de la adopción, que si bien cobra un papel secundario en esta ronda de definiciones,  sabemos que viene de la mano de un plan mayor que tiene por único objetivo mejorar la infancia de los argentinos y de los niños  que residen en el territorio nacional. En lo personal, me suscitan dos interrogantes. El primero, si el mundo civilizado se encamina hacia una sociedad en la que se fortalecen las libertades individuales,  por qué no podemos las mujeres ser  libres de elegir interrumpir o no un embarazo? El segundo, con tantos niños hambrientos y abandonados, cómo actuarán los que dicen ser Guardianes de la Vida? ¿Adoptarán? Ayudarán a mitigar el hambre de los millones de niños que se encuentran bajo la línea de pobreza? Protegerán a las madres en situación de calle, a las que parieron tras ser violadas por sus propios parientes? Qué pensarán del embarazo adolescente? Se comprometerán a dibujar un nuevo horizonte para ésas criaturas?
      Ojalá me equivoque, pero lo que observo es que más se preocupan los adultos en no ser encasillados en el bando de los rebeldes que en pensar un futuro con menos clínicas de angelitos.