Escenas de estas elecciones: Juan José Campanella, realizador cinematográfico y opositor fervoroso del cristinismo, le tocó ser jefe de mesa el domingo pasado y terminó abrazado en una selfie con una fiscal de Unidad Ciudadana, abriendo la temporada de cicatrización de la grieta. Juliana Awada, primera dama que camina por la vida como modelo de la revista Vogue, dejó caer la manga de su blusa blanca como extensión del voto más predecible de la historia. Esteban Bullrich y Eugenia María Vidal se fundieron en un abrazo por dónde no pasa ni un alfiler tras el conteo de votos en Capital, y les dieron tela a los chusmetas de la farándula para anunciar un nuevo Perón-Evita. Cristina en el búnker de Arsenal (vaya lugar para instalarse) , con look informal acompañando los nuevos vientos, sin Chanel ni joyas que tanto le gustan y que, dentro de todo, le quedaban bien, anunció que será oposición del comienzo al fin. Como decía mi editor portugués, Mario de Moura, “mejor un libro malo, pero original, que una buena idea copiada”. Sin Boudou, de Vido, Jaime y todas las figuras que solían acompañarla en las épocas doradas, tuvo que contentarse con la militancia joven que la ovacionó y el abrazo de Jorge Taiana. Ojalá tenga más suerte como opositora que como presidente. Carrió, luego del período de veda que le impuso el gobierno, sacó a relucir su mejor sonrisa tras los casi 51% de los votos para senadora en Capital Federal.
Se abre una nueva etapa de la Historia argentina. Ojalá seamos dignos de alcanzar los méritos que la naturaleza nos dotó y dejemos de ser la paradoja mundial: un país que alimenta el mundo y no puede dar de comer a sus propios niños.