Cuando se tiene un rey, hay que tomar determinadas precauciones con el protocolo. La princesa no debiera hacer negocios inmobiliarios turbios con su esposo ni el monarca andar por África cazando elefantes. Pero la realidad es que la corona española viene de mal en peor ya desde hace rato y si bien la economía del país creció en los últimos dos años, dejando atrás una crisis espantosa, eso no se debe a las la sangre azul de la familia real, sino a Mariano Rajoy y su equipo. Presidente desde el 2011, éste abogado de sesenta y dos años fue cinco veces ministro antes de asumir el cargo que ocupa y representa la vieja escuela política heredada del franquismo. El que no me crea, sepa que el Partido Popular que lo llevó al poder es nada más ni nada menos que la Alianza Popular con otro nombre, el partido del dictador que gobernó España con puño de hierro durante treinta y seis años. Con éste curriculum era de esperar que el gallego (sí, es nacido en Galicia) no fuera proclive a las ideas separatistas.
Cataluña hace rato quiere la independencia. Económicamente, representa más del 20% del producto bruto del país. En el 2006 el parlamento había aprobado el Estatuto de Autonomía de Cataluña, que reconocía a la región como nación, que luego fue revocado por el Tribunal Constitucional al poco tiempo, causando una tensión que fue creciendo año tras año entre separatistas y unicistas.
Ayer diez mil soldados desembarcaron en la provincia para evitar el referéndum por la independencia. Hubo 900 heridos, represión, violencia y sangre. Por más argumentos loables que hayan defendido la unión, convengamos que los métodos utilizados fueron de una torpeza sin par. El escrutinio, alentado por la Generalitat, el gobierno autónomo de Cataluña, obtuvo un 90% de votos favorables a la separación. ¿ Y ahora? La realeza sin honor y Rajoy sin pudor¿ de qué se disfrazarán?