Es frecuente que confundamos problemas e inconvenientes. ¿ Cómo diferenciarlos?La gravedad es la característica principal del primero, lo circunstancial, la del segundo. Si pudiéramos clasificar a simple vista uno del otro, nos estresaríamos menos. Una enfermedad es un problema. Un malestar, un inconveniente. Una separación después de muchos años de estar juntos, un problema. Que no te llame por teléfono una novia circunstancial o se haya ido con otro, un inconveniente… No tener trabajo, indudablemente es un problema. No tener dinero para las vacaciones, una banalidad, aunque para algunos parezca el fin del mundo, no es más que  un inconveniente.

                La Comunicación Social encuentra formas nuevas de transmitir ideas y conceptos que ayudan a vivir mejor. Poner prioridades y clasificar los impedimentos hace que tomemos distancia de la situación, volviéndonos más proactivos a encontrar la forma de superarlos.
                Haga una lista de todo lo que lo preocupa. Luego, marque con una x los problemas y con una estrella los inconvenientes. Con toda seguridad, al final habrá más estrellas que cruces.
            Recordemos al sabio  Confucio, que decía no nos preocupáramos porque  todo problema por más complejo que parezca, tiene solución. Y si pertenece al porcentaje ínfimo de los que no la tienen ¿ para qué preocuparse?