Para Juliana Castaneda,
Siempre se sintió mujer, aunque lo llamaran Daeg, como su padre y su abuelo. Desde pequeña supo que lo que le habían marcado como destino no entonaba como la canción que escuchaba en su interior. Quería estar con ellas, jugar con ellas, vestirse con flores y encajes, ser una entre ellas. En cambio, los varones la atraían, la hacían sentir viva y bella.
No fue fácil . El camino fue arduo, a veces oscuro y accidentado. Un intento de suicidio, depresión, burlas, abandono. La noche oscura del alma de la que habló San Juan de la Cruz luego de haber sido confinado por desacato en Toledo, en donde le daban de comer en el piso y le hacían sufrir todo tipo de privaciones. Después del calvario, esos poemas tan innovadores y profundos.
Hoy la operarán. Le harán la cirugía que permitirá unir su nuevo cuerpo a su alma de mujer. No importa lo que digan , que renieguen o la critiquen. Daeg saldrá del sanatorio como siempre quiso ser, sin haberlo dudado jamás. Sabe que vino a transformar el mundo que la rodea, pagó los costos y asumió los riesgos. Tal como dicen los sabios en los libros sagrados, empezó por dónde se debe empezar: cambiándose a sí misma. No es casual que en un alfabeto ya olvidado su nombre signifique luz del día.
(Ilustra obra de Phil Greenwood)