Hay una diferencia abrumadora entre el Ser y el Cero Humano. El Ser humano evoluciona, trata de resolver cuestiones de fondo mirando hacia adentro. El Cero estaciona, no quiere cambios que no sean externos: el auto, la ropa, la casa, el novio. Cosifican a las personas, mientras los primeros tratan de volver más humano el alrededor. El Ser Humano trabaja el poder desde la red, el conjunto, marcando la necesidad de ampararnos unos a otros con suma paciencia. El Cero es vertical , domina la escena desde el ego y la prepotencia. El Ser humano es creativo, el Cero es conflictivo. Para cada solución encuentra un problema, cuando no dos o tres. El Ser humano admite errores, su opuesto nunca cree haberlos hecho, la culpa siempre es de los demás. El Ser Humano comparte los logros, es generoso y abundante. El Cero ya lo dice todo con su nombre, está encerrado en un muro de espejos en dónde nada puede compartir. El Ser es la excepción, el Cero, la regla.
No obstante, cuando el Cero cambia, se produce el milagro. Deja de ser nulo, para volverse infinito. Es diez, cien, mil y miles y miles de millones de respuestas, soluciones, conexiones y energía . En algún orden de la vida, todos somos Ceros. Pero hay que empezar por Uno, para cambiar el orden de las cosas y lograr el bien común de miles de millones.