El autor de Modernidad Líquida, Zygmunt Bauman, en diálogo con el director del diario La Repubblica, Ezio Mauro, discursaron sobre la información y el saber en los tiempos que corren antes del fallecimiento del polaco, hace un poco más de un año. Una de las preocupaciones de ambos fue la inmensa cantidad de contenidos en la red y el poco interés de los jóvenes para resolver los principales problemas de la actualidad, el hambre, la inseguridad y el desempleo. Ya lo dijo otro italiano, seis siglos atrás en La Divina Comedia ” pues no da ciencia oír sin retener lo ya escuchado”. Dante era un convencido de la importancia de cifrar la información, que no había que sobreinformar a los que no tienen sed de saber. El conocimiento debe estar motivado por el deseo. En una época en la que la cultura no da status, las faltas de ortografía son consideradas fallas del teclado y se promueve el facilismo en lugar del razonamiento complejo, nos situamos en un panorama en dónde hay una gran apatía en el modo de obtener experiencias intelectuales, y por lo tanto, resolver cuestiones de fondo que nos atañen a todos. Incluso, en algunos ámbitos, lo que devenga de la palabra intelecto ya suena despectivo.
Es como si el saber se concentrara en el Reino de las apps, al que se accede bajando e instalando, lo opuesto a Dante y su Paraíso, al que tuvo que acceder por el camino inverso, ascendiendo y de la mano de un maestro y de un amor.
El secreto y la fórmula de todas las cosas no se encuentra en Wikipedia. Habrá que volver a enseñar a no tratar de descifrar diagnósticos médicos por Internet y preguntarle al médico qué me está sucediendo, reflotar el libro de recetas de la abuela y no bajarlas del primer sitio gastronómico disponible para que las comidas vuelvan a tener gusto, a leer en lugar de usar los resúmenes de rincóndelvago , a escribir en lugar de plagiar a los autores que sí lo hacemos, en fin , a animarnos a salir de la pantalla, que es linda, pero que te va atrapando el alma sin que lo notes hasta convertirte en un zoombie tecleador, en un devorador de Apps.
(imagen del ilustrador Barry Moser)