“El Justo es el fundamento del mundo”. Este texto de los Proverbios (10,25) abarca todo lo que los místicos entendemos por Justicia. También lo dice el Talmud ” No hubiera más que un sólo Justo sobre la tierra, él sostiene el mundo”. Es una de las columnas, junto con las del Deber y del Rigor, con las que se apoya el Árbol de la Vida.

       Con tristeza asistimos la caída de ésas columnas, representadas en la Constitución por los poderes Legislativo, Ejecutivo y Judicial. (Es notable como la vida cotidiana está impregnada de ésos simbolismos). Cuando vemos personajes como Cristóbal López , Carlos Zanini y Luis D’Elia caminando como ciudadanos de bien, podemos comprender lo resquebrajadas que están las columnas que sostienen nuestro templo. Quizá, para muchos, el país ya no sea el lugar en dónde uno guarda lo sagrado. Algunos lo tienen en las islas Caimanes, otros en Suiza, otros en los jardines de los monasterios, otros en el Islam. También está escrito en Mateo 6:19-21 “… dónde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos de tu corazón”.
      Habría que ver en dónde están los tesoros del camarista Eduardo Farah y de su colega Jorge Ballestero para que podamos comprender por qué liberaron a quién desfalcó el país haciendo desaparecer más de setecientos mil millones de dólares. Y a las juezas Gabriela López Iñíguez y Sabrina Namer, por liberar a quién públicamente quedó como el nexo entre la Argentina y el gobierno de Irán, enclave que produjo tantos sinsabores. Ambas vienen de la mano del kirschnerismo duro. La primera fue propuesta por la misma ex presidenta y la segunda, antes de pertenecer al TOF no.8 fue  nombrada fiscal  por la ex procuradora y controvertida Alejandra Gils Carbó, tras la muerte de Alberto Nisman, a finales del 2016.
       Ante la Justicia corrupta de los hombres, sólo nos queda implorar por la Justicia Divina de los cielos.