Están los que dibujan pájaros y estrellas mientras hablan por teléfono o esperan en un café. No pueden ver una hoja en blanco sin garabatear, sin dejar el sello de sus almas inquietas impreso. Vuelan mientras piensan, su animal de poder es el águila y más les gusta escuchar lo que dicen los demás que emitir opiniones. Crear para ellos es como respirar.

 Están los que diseñan flores al lado de casas y árboles con raíces. A veces éstas se entrelazan por debajo de la tierra formando nudos celtas. Son los todoterreno. Con ellos podemos contar hasta la muerte, su animal es el toro y cuidan al clan con esmero.
 Luego, vienen los fueguinos, ésos que dibujan dragones, volcanes y soles. Intensos como el mediodía, el emblema que más les gusta dejar tras su paso son los corazones. Abiertos, flechados, rellenos o combinados, todos los representan.  El animal chamánico que camina  por sus venas es el león y no pasan desapercibidos jamás.
 Por último, vienen los atlantes, los que se adentran en los mares profundos y habitan de noche en el espíritu de las aguas. Dibujan caracolas, ríos, playas y figuras geométricas. La hoja en blanco para ellos es el mapa de una ciudad perdida . Su animal es el delfín, el ángel de los mares y nada en éste mundo les parece imposible. Lástima que no se puede garabatear en la computadora.
 Porque díme qué garabateas y yo te diré quién eres.