Regresar de las vacaciones tiene su encanto. Lejos quedan las gaviotas, el mar y la montaña, pero también  el olor a humedad de las habitaciones de las casas rentadas, del colchón ajeno, el mal café y de los parientes que quieren recuperar sus espacios y volver a sus rutinas.

El sofocón del verano continuará, tendremos que  preparar el regreso de los chicos al cole, retomar el trabajo, hacernos los estudios postergados y aunque todo parezca igual, sabremos que  será distinto. Aquél amor de verano se diluirá como la sal en el agua, guardaremos la bikini y las zapatillas de trekking y regresaremos, de a poco, a la vida real.
      Sepan aquellos que no han podido moverse de sus casas por problemas familiares, económicos o proyectos laborales  que fueron cubiertos por el mismo cielo estrellado que los privilegiados viajeros, que los invadió la misma laxitud del verano en la piel y saborearon las mismas deliciosas , jugosas frutas de estación. ” Lo bueno es para todos”, lo dijo Jorge Luis Borges. No hay corona para los elegidos. Para el que sabe leer en las entrelineas, el verano es la estación de la tierra de la fantasía, ése lugar que no exige pasaporte y nos pertenece a todos los mortales. Lo único que requiere es imaginación.