Cuenta la historia que un día, mientras retozaban al sol , el burro y el tigre tuvieron una discusión,

_ El pasto es azul, dijo el burro.

_ De ninguna manera, retrucó el tigre. Es verde.

Es vox populi  la terquedad del primero y la intensidad del segundo, lo que hizo que el altercado  se fuera volviendo más y más acalorado, a punto tal que ambos decidieron preguntar al rey de los animales quién de los dos tenía razón. Caminaron juntos , pero en ningún momento lograron coincidir en sus ideas.

Casi llegando a destino, en un claro del bosque, avistaron al león con su  melena al viento cuál soberano en su trono de piedra.  Aventajando la situación, el burro comenzó a gritar:

_ León, buen día!!! Qué suerte que lo encontramos. ¿ No es cierto que el pasto es azul? vengo a pedir que intervenga por mí  porque no sabe todo lo que he sufrido a causa de este sujeto… 

A lo que contesta el león, indiferente,

_ ¿Ah, si?

_ Me molesta y contradice todo el día ! 

Ante lo absurdo de la cuestión  el tigre (de pocas palabras) confió en el veredicto del león, que falló de manera inesperada.

_ Yo, rey de los animales, condeno al tigre a cuatro años de silencio!

Un vuelo  de cotorras chismosas dio por terminada la sesión.

Socarrón, el burro le dijo al tigre ¿  Viste que yo tenía razón? y se fue triunfante a celebrar con la hiena.

Habiendo quedado solos , el tigre , muy respetuoso él , se atrevió a preguntar:

_ Soberano, si usted sabe como yo que el pasto es verde ¿ por qué me ha castigado ?

A lo que el león contestó , mirándolo de frente como hacen los felinos entre sí,

_ Eso nada tiene que ver con mi decisión. Dígame  ¿ cómo puede un sujeto íntegro e inteligente como usted perder el tiempo  discutiendo con semejante bestia?

A partir de esa reprimenda el tigre se convirtió en un  sabio y aprendió del silencio y de las enseñanzas de la selva  profunda. Y el burro, bueno, ya saben. Sigue feliz con sus anteojeras.

 

(Dedico este cuento a Sara Fauze, quién me contó esta historia)

Pintura de Tilda Thamar, 1970.