Fastidiarse con la propia tradición es tan infantil como enojarse con los padres porque Papá Noel no existe. Todas las religiones se nutren de una misma fuente, somos hermaumanos de una sola madre, a la que algunos llamaron Eva y otros, Lucy. Considerar que las instituciones son la esencia de lo sagrado es otro error al que frecuentemente incurren los enojados. Somos esa sumatoria de vidas y de antepasados que nos constituyen, de árboles que unen sus raíces y producen flores nuevas. Vaciarse de lo que nos legaron para llenarse de fast religion es similar a vender una joya antigua a precio vil para comprar una fantasía carísima por ser de marca. Las oraciones, creencias y preceptos de nuestros ancestros tienen la fuerza para recuperarnos de las grandes crisis y renovar los votos con la vida, incluso de curar enfermedades. Despojarnos de los odios que nos fueron inculcando a las religiones , seamos judíos, cristianos , musulmanes o budistas, lleva un tiempo y un desgaste energético enorme. En treinta años de trabajo transpersonal con individuos de todas las creencias, edades y categorías socio culturales, me atrevo a atestiguar que la religión es mucho más que una práctica comunitaria. Es un código sagrado compartido. Rezar y meditar son lo mismo, un término corresponde a Occidente y la otra a Oriente y hay mil maneras de hacerlo. Buda y Jesús son el mismo espíritu que se manifestó en diferentes culturas . Yemanjá y la Virgen de la Candelaria no solo comparten fecha de adoración, sino que se manifiestan a sus fieles con las mismas señales. Spinoza, el gran rabino del siglo XVII, denostado y expulsado de la sinagoga , fue el padre de la filosofía moderna y es admirado por los cabalistas de la actualidad. El milenio en que nos encontramos nos pide revisar el mundo en que habitamos, sin por eso quitarle el valor a la tradición que cada uno de nosotros recibió, esa joya valiosa. No la vendamos al especulador de ocasión. Aprendamos de las distintas prácticas, culturas, anexemos parábolas y enseñanzas, estudiemos sus rituales y libros sagrados, sin enojarnos con lo que nos constituye. Hace poco tiempo descubrí un Evangelio apócrifo, ésos que fueron dejados de lado por incomodar al establishment de la época, llamado el Evangelio de Valentino, que cuenta cómo Jesús contemplaba la reencarnación y la enseñaba a sus discípulos cómo el alma del profeta Elías reencarnó como Juan, el Bautista. Hay que animarse a ir más allá de las barreras impuestas e investigar, sin pegar el portazo, saliendo de las frases y lugares comunes a las que siempre caen cuando critican nuestras tradiciones sagradas y los argumentos trillados de quienes las defendemos.
Las religiones componen la Espiritualidad. Todas son un complemento, una vía para acceder a una energía universal que abastece al mundo. Pero llegar a la gran fuente sin intermediarios es una ilusión tan grande cómo querer llegar a una empresa y hablar con el CEO. Lamento informar, pero como te enseñaron a rezar tus abuelos y tus padres resultará mejor para tu alma que como te enseñó el gurú de ocasión, en un idioma al que no tenés la menor idea qué dice. Incluso podrás mezclar las dos maneras, haz la prueba. He visto sanar a muchas personas de cuerpo y alma que volvieron a su fuente primordial , dejando de lado a los ladrones de la bondad, llámense curas abusadores, pastoras millonarias o rinpochés machirulos. Llegar a la Gran Fuente requiere un camino y las antiguas tradiciones lo tienen bien marcado. Reinventar la rueda nunca fue una buena idea.
Vale aclarar, la conciencia y el libre albedrío no te impedirán que comas como un hinduista, mandes a tu hijo a un colegio protestante o te vistas como un monje. Te recordará que lo fundamental es ir hacia el amor, dejando el odio de lado y la crítica destructiva de lo que corre por tu sangre. Porque ya sabemos que no solo leucocitos y hemoglobina pasean por nuestras venas, sino todos un árbol genealógico que nos constituye.
Sin los cristianos, no habría cuadros de Leonardo da Vinci, de Rafaello, la biopic de los santos y el noventa por ciento de los edificios que los turistas visitan en Europa, el legado de los Templarios y la maravilla de las advocaciones de María. Sin los judíos y la bendita manía que tienen de escribirlo todo , nos hubiéramos quedado sin el Antiguo Testamento , los misterios del Zohar y la Fiesta del Perdón. Sin los musulmanes, desconoceríamos las bellezas de Alá y sus preceptos. Sin los budistas, desconoceríamos el poder del zen. Sin el hinduismo, nos hubiéramos quedado sin los Vedas , el Baghavad Gita y su cultura milenaria.
Volvamos a la raíz. Que los hombres de negro no roben lo que te pertenece. Fuera los talibanes! Vayamos hacia la Espiritualidad, siempre de la mano de las sagradas tradiciones, del libre albedrío para resignificarlas y del derecho que nos atañe de zambullirnos en sus misterios.
(ilustra cuadro de Rafael Sanzio)