El Monte Carmelo es un cerro que pertenece a una cadena montañosa que tiene 25 km de largo, en dónde se refugiaba Elías de la furia de Jezabel. La soberana de los hebreos era de origen fenicio, había desposado al rey Acab y con él había restituido el culto a los antiguos dioses. Corría el año 860 a.C y la sola presencia del profeta le quitaba el sueño a la reina. Por esa razón, ella ordenó a sus soldados que pasaran por la espada al atrevido que la hizo quedar mal ante su pueblo . Resulta que ante el resurgimiento del culto pagano, Elías se había animado a proponer un desafío público a los sacerdotes fenicios. El dios que fuera capaz de encender el fuego del altar sería el dios verdadero. Cuenta el Antiguo Testamento que dos animales fueron sacrificados por cada deidad fenicia, sin resultado. 400 sacerdotes de Baal probaron suerte en plaza pública , cada uno de ellos perdiendo la vida en el intento. Y tan sólo con una oración, el profeta Elías consiguió que una chispa divina encendiera el fuego sagrado , consolidando para siempre, con su valentía, el culto a Yahvé.
En Haifa, en la ciudad de los hechos, luminosa y florida, a menos de cien kilómetros de Tel Aviv, los cruzados encontraron en el años 1100 la adoración a María en la advocación del karmel, que en hebreo significa jardín fértil. Bajo esa inspiración nació la orden de los Carmelitas, a la que pertenecieron San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila y Santa Teresa de Jesús. El Santuario de Stella Maris es una iglesia pequeña que mira el puerto sobre el mar Mediterráneo, nos recibe con una estrella de cuatro colores en el pavimento de la entrada y muchas otras minúsculas sobre la bóveda dorada. La imagen principal es una escultura de la María con el Niño y un escapulario que cuelga de sus manos, objeto propio de la Orden, compuesto por dos almohadillas con las imágenes de Jesús y de la Virgen que deben tocar el pecho y las espaldas de quién las use para servirle de poderosa protección contra el mal . Debajo del Altar mayor se encuentra la gruta de Elías, en dónde el profeta se refugiaba en sus malos ratos y una escultura en bronce que lo evoca. En frente al convento hay una pirámide que recuerda a los soldados franceses y a los carmelitas caídos en mano de los turcos cuando Napoleón utilizó el convento como refugio.
Al ser la ciudad portuaria más importante de Israel los lugareños hicieron popular la frase En Haifa se trabaja, en Tel Aviv se divierte y en Jerusalén se reza.
Otra particularidad de la ciudad son los jardines de Bahaí, una religión nacida en Irán cuyo fundador fue Ali Mohamed Bahaí. En su memoria sus seguidores construyeron diecinueve terrazas floridas que representan los diecinueve meses del año en el siglo diecinueve. En la cima descansan los restos de su creador, quién eligió el Monte Carmelo por ser el más santo de los montes. En el Cantar de los Cantares el lugar ya se compara con el rostro de la esposa, por su sencillez y belleza. Como pueden notar la mezcla de culturas, épocas y creencias es una constante en la peregrinación a Tierra Santa.
De la visita a Haifa, algo en particular me llamó la atención . En una de las placas laterales del santuario de Stella Maris vi una estrella de David entre alambradas. Preguntando, preguntando, supe que representa a una santa carmelita judía asesinada por los nazis, Edith Stein. Mi curiosidad pudo más y ese mismo día en el hotel , la googleé. Nacida en 1881 en Polonia, esa mujer intelectual, mística y filósofa fue la primera en presentar una tesis doctoral en Alemania. Pasó por un período ateo , pero se convirtió en 1921 al catolicismo, ingresando a la orden de las Carmelitas. En el auge del nacional socialismo le prohibieron enseñar en el establecimiento dónde era docente y en 1942 la ingresaron al campo de concentración de Auschwitz, de dónde, no hace falta que les diga, nunca más salió. En 1998 el Papa Juan Pablo II la canonizó y su historia es recordada cada 9 de agosto. También es copatrona de Europa, junto a Brígida de Suecia y Catalina de Siena. Así que quién se anime a emigrar en estos tiempos de furia europea, ya saben a quién rezar, a la Santa de los Invisibles, quién hubiera refutado el título honorífico con todo gusto.
Otra dimensión se abre al observador que busca escarbar en lo que no está a la vista de todos. Pobre de aquél que busca cementar sus certezas basadas en las diferencias religiosas, políticas o sociales en esas latitudes . Tierra Santa es un lugar en dónde todos somos minúsculos y grandes a la vez. Allí la multidimensión es ley natural, no es posible no conmoverse, es imposible ser indiferente a sus misterios.
Imagen Jardines de Bahaí.
( Próxima entrega Cap.XII Cesarea del Mar)