La moda se impone. El verbo que usamos para describir los vaivenes de lo que se vuelve popular, de lo masivo, de lo que llega al público sea en el orden de la indumentaria, diseño de páginas web, arquitectura, autos o utensillos para la casa no es inocente. Lo mismo sucede en el ámbito de las ideas. ¿ Cuándo un movimiento se pone de moda? Cuando logra instalarse en una franja social más amplia, luego de haber sido gestado por una minoría. El poder de una idea es abrumador. Cuándo ésta llega a terreno propicio y germina, suceden los bosques.

      Asisto no sin asombro a hombres argumentando con melancolía la llegada del feminismo. Nunca son del todo directos,menos aún los que tienen un papel importante como formadores de opinión, pero en sus notas y comentarios dejan transparentar algo así como el mapa raído del reino perdido. Una Atlántida de Platón. Un Shangrilá de Umberto Eco. Un Paraíso dantesco. Así vemos a Jorge Lanata proteger al editor de The New Republic de las denuncias de acoso a las periodistas con las que trabajaba, a Ricardo Darín intercediendo por Juan Darthés por la denuncia de Calu Rivero y a mi portero a reírse de las tropelías del Bambino Veira. Tres tristes tigres. A todos cuando se les pregunta a fondo sobre el tema, les preocupa la no prescripción del delito de abuso sexual. ¿ ¿Tendrán miedo que mancillen su honor o responden a una lealtad ancestral?
        En un cuento llamado Mujeres Desesperadas de Samanta Schweblin, la renombrada escritora argentina que vive en Berlin, tres mujeres abandonadas en una ruta luchan contra sus destinos y las perturbadoras voces de las que las precedieron y se diluyeron en el aire, las resignadas. Sus hombres las engañaron  y siguieron de largo con sus autos, para no más volver. Tras una serie de acontecimientos, logran robarle el volante a un marido distraído que trató de hacer la maniobra y le salió mal, que se convertirá en el primer hombre que dejan al borde del camino. A los pocos kilómetros, ven, asombradas,  que sus hombres pegan la vuelta y regresan por la mano contraria. Reconocen sus autos. La más joven se alegra, creyendo que se arrepintieron, que vuelven por amor a rescatarlas. Las más experimentadas le quitan toda ilusión. Saben que vuelve por él..