No es fácil ser mujer, mucho menos ser mujer-oráculo.  Nadie nos hace la vida más llevadera. Una multitud de interrogadores nos acosa de día y de noche, nos golpea el pecho el devenir infausto del desdichado y nos saca de quicio el que fue avisado y no hace nada para escapar del abismo que tiene enfrente. A muchas se nos endosa  el mal de Casandra, un extraño fenómeno que atormentaba a la hija de Príamo, rey de Troya, quién predijo todas las cosas que sucederían, sin que le dieran la menor bolilla. También hay alegrías en este oficio, el  anuncio de encuentro de amores perdidos, alentar a preparar el corazón para la sanación tan esperada, trabajar la paciencia para recibir  el demorado premio por el cual el consultante luchó durante años,  nacimientos y el  descubrimiento de tesoros. Pero muchos más son los esfuerzos: desempolvar los Salmos para despejar tinieblas, convencer a los descarriados que vuelvan a la fe, enseñar el camino para que todos sean responsables por sus vidas y no se la regalen a otros, hacer hincapié en la valoración de lo espiritual, más allá de cada línea religiosa, sabiendo que hay un solo Dios que es Diosa también, mal que le pese a algunos machirulos que se creen dueños de la verdad y de los cultos.  Argumentar con inteligencia que la espiritualidad es el todo, la religión es la parte. Estudiar mucho, trabajar, hacer servicio, meditar.  La mujer-oráculo, denostadas por el dogma y por la ciencia es capaz de ver debajo del agua, cura ojeos, el susto, el mal de amores y la sinrazón del que se enconó en vivir sin la Gracia, desconectado del otro, de la naturaleza, del arte, del cielo y de sí mismo. Las hay astrólogas, numerólogas, filósofas, rezadoras, chamanas, sanadoras, instructoras de Yoga, lamas, monjas, herboristeras,  tías que no se conforman con el rol asignado y mezclan el deber ser del pasado con el nací para esto del hoy y del futuro.

Intelectual y tarotista. Médica y chamana. Empresaria y astróloga.

¿ Por qué no? Acaso las rosas no lucen bien con las astromelias, las fresias con los espinillos y los jazmines con los azahares?

Mujer- oráculo hoy es nuestro día.

Nadie lo reconocerá con mensajitos  porque somos más invisibles que la brisa, más molestas que un radar, más justas que la Corte Suprema, más incómodas que un par de zapatos nuevos. Pero  cuando el mundo queda si esperanza, sin aliento, sin razones para la comprensión de los hechos, sin luz , somos nosotras quienes abrimos los ojos de la fe a quienes ya  descreen de sus cultos , destrabamos los cuerpos pasmados, llegamos con la palabra a los lugares recónditos del ser  y ayudamos a restaurar los corazones rotos. Nosotras y los seres humanos  con el Espíritu Femenino intacto. A ellos también les dedico este texto.

 

Ilustra obra de Edward Robert Hughes (1851-1914)