Ella sabe abrir la puerta para quienes necesiten pernoctar en el refugio. Calma la ansiedad y despierta a los meditadores cuando los demás duermen. Domina la ira y transforma los secretos , ya seleccionados, en un bosque de nogal sin fines de lucro. Acerca a los distanciados con una técnica infalible: en plenilunio les hace soñar el mismo sueño. También Luna o Escucha (como prefieras llamarla) consuela a los deshauciados, expectora enojos escondidos en los pulmones, inspira al que se atreve a silenciarse. Cuando irradia su luz en el agua, hace confesar a los ladrones. Controla excesos , difumina el trazo grueso, anima a los cobardes y apacienta al belicoso. Pidamos a Casta diva que esparza en la Tierra su paz, sin nubes y sin velo.
(Ilustración de Jordi Garriga Mora)