En una sociedad dañada por la contaminación ambiental, con bajas tasas de fertilidad y futuro incierto, los grupos de derecha toman el poder en países que otrora fueron libres. Basados en la fuerza militar y en los ideales puritanos del siglo XVII, la mano dura pasa a ser ley. Todo deberá ser, según los predicadores, como quiso Dios que fuera. Eso hace que sean ahorcados diariamente, en un muro público, aquellos que cometan delitos llevando en sus hombros carteles que aclaren cuál fue el pecado que los condenó. En ese escenario, las mujeres volverán a un cuadro de semi esclavitud y serán observadas de día y de noche, vigiladas con control estricto por las mismas comadronas. Se fomentará la rivalidad entre ellas y se regularán con mano de hierro la alimentación, la indumentaria y la actividad sexual.
Una criada escribe un diario secreto, que cuenta las aberraciones de un tiempo que creyó que había que retroceder para redimirse del mal que lo aquejaba. Ella es utilizada sexualmente para compensar la infertilidad de su patrona, la Esposa del Comandante, que antes de casarse fue pastora evangélica.
Damaraes Alves no tiene la menor idea quién es Margaret Atwood, la autora del Cuento de la Criada. Tampoco le importa instruirse. Ignorante y orgullosa de serlo, tiene la Biblia evangélica como libro de cabecera y se cree iluminada por Dios por ser Ministra de Derechos Humanos, Mujer y Familia del flamante presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.
En su primer discurso público dejó clara la posición que marcará su gestión de acá en más : “La mujer nació para ser madre”. La segunda frase, no menos infeliz, fue ” Atención, atención. Es una nueva era en Brasil: el niño vestirá de celeste y la niña, de rosa”. En el país de Caetano Veloso, Clarice Lispector, Heitor Villa Lobos, Guimaraes Rosa, una voz medieval se jacta de anunciar una nueva era. Dirigiéndose a los brasileños como a sus filigreses, con la retórica barata de quién cree proferir grandes verdades, remató ” En este gobierno la niña será princesa y el varón, príncipe.”
Atwood, en su prólogo a la nueva edición, cuenta que se inspiró en varias fuentes para componer el personaje de Defred, entre ellas, el robo de niños por los militares argentinos, la vida de Ana Frank y la poligamia de las sectas cristianas en Estados Unidos. Ella asegura que el libro no es predictivo, pero yo tengo mis dudas. Es más, aconseja a que escribamos nuestras experiencias más duras para que no sucedan, para que expiemos a través de la palabra el mal que nos acecha. Insta a que contemos nuestras pesadillas para que no se vuelvan realidad. Aquí estoy haciéndole caso.
Desconfío. Dudo. Titubeo. Un frío me recorre la espalda.
Algo huele mal en el Reino de Bolsonaro.