Esta semana supimos que los isleños y su gobierno decidieron que habrá un nuevo vuelo de LATAM,  Puerto Stanley-San Pablo. La información no es completa, ya que los kelpers, históricamente desde 1982, piden una escala en otra ciudad  que no sea Buenos Aires para sus vuelos de línea. El acercamiento del gobierno argentino a Londres, representado por el jefe de gabinete Marcos Peña y la visita a Buenos Aires de Boris Johnson  el canciller actualmente  despegado del equipo de Teresa May, auguraban un veranito para las relaciones bilaterales entre los dos  países . No obstante, no fueron suficientes los intercambios de favores ni el homenaje que juntos rindieron a los caídos. La relación sigue siendo tensa. Los habitantes de las islas cada vez consultan menos a Londres. De hecho, la decisión de optar por LATAM fue exclusiva del gobierno de Falklands.

       Fue un buen gesto que hayan contribuido para que los familiares de los héroes de Malvinas sean identificados. Que hayan reformado el cementerio y permitan que los visiten. Que hayan restaurado a la Virgen de Luján, dañada por el vandalismo local. Pero no fue suficiente. Los que perdimos la guerra estamos convencidos que nuestros reclamos siguen vigentes. El mundo sabe bajo qué régimen político estaba la Argentina cuando se desató el conflicto bélico que nos enfrentó con Inglaterra. Lo demencial de la situación no quita la validez de los argumentos de los que las reclamamos como propias. Roguemos por una diplomacia más veloz y efectiva de la que tuvimos hasta ahora. Solo podremos acercarnos al archipiélago cuando nuestra herida sangrante se cierre y los responsables de ésa sanación, desde hace ya treinta y seis años,  sólo lograron parar la hemorragia.