El verbo manipular proviene del latín manus que significa manos y plere, que quiere decir lleno. Pero la historia de ésa palabra tan de moda es muy interesante. En el ejército romano la centuria (formado por cien hombres) tenía ochenta hombres bajo el mando del centurión y veinte que reportaban al option, el oficial ayudante, menos expertos, algo así como la reserva del equipo. Dos centurias plenas, o sea 160 soldados entrenados al máximo por el centurión principal constituían el manipulus, la tropa de élite de una escuadra que podía llegar tener hasta cinco mil hombres.
El símbolo de la mano llena como dominio de la situación es aún más antiguo. Rómulo, fundador de la Ciudad Eterna tenía por símbolo una mano que sostenía un fajo de trigo. Durante mucho tiempo, en lugar de estandartes pintados , llevaban heno o trigo atados en una pica en honor a sus ancestros.
Como fenómeno comunicacional, manipular sugiere una acción inspirada por la astucia, una tergiversación de la verdad que busca un beneficio para quién la ejerce. Sea en las relaciones humanas, en la prensa o con uno mismo, debiéramos evitarla. En el caso de que tengamos que ser soldados de algún ejército, que sea el de la Verdad Sanadora.