A los diecisiete años la cantautora y escritora Patti Smith quedó embarazada. En sus memorias “‘Éramos unos niños” ella cuenta como la experiencia la atravesó por completo. Con la conciencia de quien piensa en los demás, tuvo al bebé y lo entregó en adopción a una pareja que ansiaba tener un hijo y no concebían.
Mucho coraje se necesita para tomar la actitud correcta . Nadie dice que es simple. Jamás es fácil. Contemplar al otro, en el caso de Patti al bebé y a los que buscaban un hijo, le demandó noches enteras entre lágrimas y dudas, condena familiar, social, la expulsión de la escuela y todo lo que ocurría en la década del sesenta y , en algunos lugares del mundo, sigue sucediendo.
No condeno a las mujeres que abortan, simplemente trato de convencerlas de que no lo hagan. Opino que la vida terrestre, sea humana o animal, es sagrada. También considero que uno hace lo que puede y hay que apiadarse de los que pueden poco, para que puedan cada vez más. Finalmente, todos en un punto somos deficientes, faltos de suerte, carácter, oportunidades, de fe. Condenar nos coloca en un sitio de superioridad y juicio que no es el adecuado para quién, en lugar de ayuda, necesita una mano. Una mano que, quién sabe, será la responsable para que se preserve una vida. Vida que tanto nos cuesta y de la que tanto, tantísimo, aprendemos.