Resulta que sos joven y querés una oportunidad. Te dijeron que éste país es un desastre. Tus padres te hicieron creer que vivías en Bélgica, pero te diste cuenta que estás en el fin del mundo. Se fueron tus amigos y en el diario leés que Martha Argerich no tiene idea qué es ser argentina porque desde los quince vive afuera, lo mismo Juan Maldacena, Vigo Mortensen, Samanta Schweblin y tantos otros famosos. Aprendiste un perfecto inglés, escuchaste bandas de todos los países, la mayoría de los autores que admirás son extranjeros y tampoco ningún movimiento político de éstas latitudes te representan. No tenés idea de lo que sucede a quince kilómetros de tu casa, pero sabés dónde será el próximo Creamfields. Podés vivir sin el dulce de leche, sin los almuerzos de la Legrand y sin mirar los premios Martín Fierro. Te decepcionaron Maradona, el Papa Francisco y Macri , pero aun no bajaste los brazos, tenés miedo de convertirte en un coleccionista de fracasos.
Podrías recorrer el mundo ojeando los diarios sin amargarte, visitar a la familia una vez al año y ser recibido como un ganador. Vas a perder el crecimiento de tus sobrino, pero qué lindo cuando lo puedas llevar a Eurodisney! En éste país hay impunidad para los corruptos, el obispo se besa en la boca con los sindicalistas y las novias se tiñen el pelo de verde. No quedan muchas opciones. Trabajar con el riesgo país por las nubes, hacerte faquir o salir a matar como dijo Fito Páez en su canción Un vestido y una flor.