El otro día, en el transporte público, defendí a una señora que fue hostigada por un hombre por “ponerle el codo” cuándo éste quería pasar. Le dijo improperios y el silencio reinó por unos pocos segundos en el lugar. Indignada, le dije que a lo mejor fuera conveniente que llamara al choffeur particular que lo viniera a buscar, el colectivo no era un lugar para él. Violento, sintiéndose ridículo ante las risotadas de los pasajeros, se bajó en la primera parada, mascullando palabras en mi contra.
Me preguntan si soy feminista y claramente digo que sí. Estoy dedicada al despertar de las potencialidades de todas las personas, pero las mujeres claramente son el grupo humano con el que prefiero trabajar. Intensas o medidas, inteligentes o intuitivas, valientes o sumisas, dentro de una mujer siempre hay un tesoro por descubrir.