Llenemos el aire de estrellas y convoquemos a los dragones elementales, esos que saben cuidar los tesoros mejor que nosotrxs. Que los dragones de aire cuiden las buenas ideas y la comunicación con todo lo que nos rodea, que expandan la conciencia y no dejen de sorprendernos sus formas mutantes en las nubes. Que los dragones de fuego enciendan las pasiones , las certezas y el impulso vital . Que no dejen de sorprendernos sus formas mutantes en las sábanas y en las almohadas en las que reposamos. Que los dragones de agua laven toda memoria putrefacta de las tristezas del mundo, eliminen la virulencia de lo que transitamos con el COVID-19 , hagan brillar las montañas y rieguen los jardines del paraíso . Que nunca dejen de sorprendernos sus formas mutantes en las olas del mar. Que los dragones de tierra sanen nuestro cuerpo físico y otorguen las riquezas que nos están reservadas. Que nunca dejen de sorprendernos sus reflejos en las pupilas de los niños.
Y el amor sea la new pandemia.
(Ilustra obra de Nicoletta Tomas Caravia)