En lo que va de ésta semana ya son dos los famosos que se vieron  perjudicados por denuncias acoso sexual. El primero es Woody Allen, el famoso director de cine acusado por su propia hija Dylan Farrow de haber abusado de ella y el segundo es el ministro de Hacienda de Francia, Gérald Darmanin, acusado de violación por Sophie Spatz en el 2009, cuando ya formaba parte del Partido Conservador, hoy Republicanos.

      Allen pasó de ser el cineasta de culto durante décadas, con quién los artistas bajaban sus cachés para participar de sus películas, a recibir reiterados nos de figuras que ya no quieren quedar asociadas con su desprestigio moral.
      En el caso del ministro de Macron la situación es aún más grave, ya que le señalaron la puerta sus mismos correligionarios, alegando que por más que crean en él, las pruebas del encuentro en el lugar y el día señalados por la parte demandante son irrefutables y apelan a su sentido común para que se vaya por su propia voluntad. Estamos poco habituados que a otros países les parezca escandaloso que un imputado siga en un cargo público.
      Lo cierto es que después de siglos vemos como el castillo de cartas de los varones poderosos se cae estrepitosamente.” No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan”, reza el dicho popular. A los intocables, por más extraño que parezca, se los condena por toquetones. Vaya ironía!