A veces hay que animarse a lo distinto para ejercitar el coraje .  Sin él, nos enfermaremos. Aquél que no sepa pronunciar las verdades de su corazón se apartará de la fuente de energía vital, aunque ésas verdades no sean miel para los oídos ajenos. Habrá que meter, cada tanto, la mano en el pozo oscuro para buscar la alianza que perdimos con la verdad  hasta encontrarla, abuenarnos con nuestro destino y seguir el camino. De nada sirve vivir la historia del otro, aunque sea un cuento de hadas y coronas. La propia historia, aunque parezca insignificante, es tan rica como un imperio, tan variada como las Mil y una noches y cuenta con todos los recursos para que iluminemos una ciudad entera. Nadie es prescindible en esta historia: la cartonera, el stripper y el adicto forman parte de nuestro universo all inclusive. Tenemos que ponernos a servicio del mundo con suma urgencia, dejar de creer que nuestro táper es el mejor de todos.  Recuperar el coraje y la fuerza para ser felices buscando la verdad , sendero que otros llaman camino espiritual y no claudicar en el intento Sin la potencia que otorga el coraje, nos sentiremos vencidos de antemano, creeremos que nada vale la pena, que no hay Justicia posible, que estamos digitados por un plan perverso, que la felicidad le toca la puerta a otros , pero jamás la nuestra. Que todo país vale la pena, excepto el que hemos elegido .

Triste aquellos en los que anida la cobardía. Perdieron el brillo, se quejan todo el día como si los dolores de la vejez los hubieran inhabilitado de antemano. De ellos sólo se puede esperar la reflexión oscura, el sinsabor, las frases hechas que incitan al enfrentamiento de unos contra otros. Amparados por la razón, destruyen toda construcción pacífica . Son los Capuleto y los  Montesco, los de River y los de Boca, los peronistas y los radicales. Igualmente patéticos son los que de la mano de la revolución de la conciencia miran el propio ombligo de día y de noche, ignorando lo que pasa a su alrededor por miedo a sufrir. Ya no leen los diarios, no van al cine, el teatro pasó a ser un recuerdo de otrora y sólo se encuentran con los que piensan igual porque se han vuelto hipersensibles a la grieta. Dejaron de ser agentes de cambio porque el gurú  o el pastor de turno los tiene cooptados, con el cerebro lavado. Los debilitan, les quitan las fuerzas para reaccionar. Dicen que no pueden comer esto o lo otro, que  no conviene que frecuenten tal sitio ni que se cuelguen sus amuletos. Los anclan en el pasado, para que no encaren el presente. Intervienen su alimento, su plegaria, todo aquello que nutre  el cuerpo y el espíritu. Abusan de la fragilidad del crédulo.
Habrá que tener coraje para salir de las garras de quienes, en nombre de sus creencias, dicen protegernos e informarnos. Por lo pronto, elijo estar con los que incitan mi inspiración,  conectan  la potencia de la vida y me otorgan recursos para enfrentar la debilidad. Lectores, les deseo una semana llena de coraje.
(Ilustra pintura de Daria Petrilli, Alice’s Dream)