¡ Qué difícil es tener espíritu devocional en los días que corren !
El catolicismo se resquebraja sin remedio. Quedan al descubierto sus fisuras con las declaraciones diarias de sus máximos exponentes. El obispo de Alcalá de Henares, Juan Antonio Reig Pla, organiza cursos para “combatir la homosexualidad” en dónde aconseja aumentar los ejercicios físicos y hacer control mental. Sin ir más lejos, Bergoglio afirma que abortar es pecado mortal aunque te hayan violado. Piedad y misericordia para éstas almas medievales, en lugar de consolarme, veo que están más perdidas que yo.
Nuestros primos hermanos, los judíos, siguen rezando una de las 19 plegarias diarias del Talmud que dice ” Bendito seas, Señor, que no me hiciste mujer”, ninguneando a la mitad mas uno de la población mundial. Aunque los rabinos modernos la dibujen, los de la vieja guardia no aflojan.
De los musulmanes no hablo porque termino colgada de una soga en un callejón sin salida. Son los que más temo. El Corán dice que hay que darle de comer primero al perro de la casa, después a la mujer. Ya está, no es para mí.
Los evangélicos buscan plata y poder. Son una SRL y sus fieles, accionistas. Ganan presidencias y compran empresas. Como dijo Jesús “ya tienen su recompensa”. Son la bailanta espiritual por excelencia, Dios me libre de las iglesias electrónicas. A parte, no quieren a la Virgen. Religión que no incluya a la mujer va a quedar fuera del mundo en algunos años. Y no tantos…
La vida del ateo no corre mejor suerte. Saltan de boliche en boliche, aburridos y con el alma rota. Cargan maldiciones y no saben qué hacer con ellas. Se someten al dios cabeza, al dios ciencia, al dios nadie y peregrinan sin suerte por el mundo.
En el medio de las ruinas abundan los buitres comecocos. Inventan cultos, tratan de revivir a los dioses jubilados, crean más y más confusión.
¿ Cómo resolver el enigma? ¿ En dónde volcar la devoción de un alma plena?
Propongo volver a la fuente. Sacar el título de nobleza a quienes nos defraudan. Tomar la tradición de cada uno y repensarla, sin creer en las penalidades absurdas del pasado. Hacer un vuelo directo, sin escalas, al manantial enorme que otorga el Gran Espíritu, tenga el nombre que tenga. Incluir a la diosa. Recuperar la fe en la bondad, en la justicia, en la gracia, en el rezo que ilumina los corazones desalentados. No darse por vencido, ni aún vencido.
Renovemos la devoción con creatividad. Recuperemos el cielo que nos robaron los okupas.
(ilustra cuadro de Rebecca Leveillé Guay)