” Le digo la verdad, a mis cincuenta años soy incapaz de amar a una mujer de cincuenta”. La polémica frase la pronunció el escritor francés Yann Moix y desató la locura de las redes sociales europeas. Escandalete mediático típico de la farándula de otros tiempos y del submundo de la intelectualidad, hoy trepa las altas cumbres de los pensadores de primera plana. Hay cosas que se piensan y no se dicen. Otras que se dicen y no se escriben. ¿ Qué falta hace conocer las preferencias sexuales de nuestros representantes de la cultura? Si bien aún no he leído a Yann Moix y reconozco que cada uno se relaciona con quién se le antoje (en el mejor de los casos) me pareció de mal gusto la apreciación. Cuando el verbo amar es utilizado como una sofisticación semántica del primo hermano fornicar, ya se me plantea un interrogante ¿ Sabrá el autor la diferencia entre una acción y la otra? ¿ Es una manera elegante de decir que no se toma el trabajo de conquistarla, que no lo erotiza o simplemente que la mujer viene con un plazo de vencimiento? En un país en el que la primera dama le lleva veinte años al mandatario, cuna de Sartre y de Baudelaire, Zola y Balzac, creo que Moix está a destiempo en el planeta, o lo más probable, busca prensa.
“No tengo que responder ante el tribunal de gustos”, contestó ante la avalancha de críticas que recibió por doquier. Cuenta Álvaro Abbós que Xul Solar se paseaba con un poncho celeste y blanco en pleno París de los años treinta, a los veintipico de años. De un cincuentón uno espera otra cosa. Como mujer, no albergo deseos de venganza. Muchos años han tenido que transcurrir para que pudiera entender qué es trascendente y qué temas no lo son. A Yann Moix le deseo un amor verdadero, de la edad que él pueda tolerar, sin engaños, cosificaciones y que no lo desfilen como un trofeo . Deseo que no le vacíen la billetera y que no le traigan efectos colaterales la pastillita azul. Pido por él al Cielo que use menos la cabeza y más el corazón y, sobretodo, que no sea el hazme reír en los círculos en dónde haya personas con más de un dedo de frente.
(Obra Mujeres de Avignon de Pablo Picasso)