Los italianos, desde la época de los emperadores, sabían que a la gente hay que divertirla para que no se note el caos político. “Panem et circenses” incluía grandes espectáculo, carreras de cuádrigas, luchas de fieras, simulacros de combates náuticos (de ahí la expresión Piazza Navona, en Roma. Allí desviaban las aguas del río Tevere para hacer demostraciones. En períodos de hambruna, también se distribuían alimentos, casi todos a base de trigo. Los teatros más famosos eran el Máximo, en dónde cabían trescientas mil personas, el Coliseo (considerado una de las siete  maravillas de la Antiguedad que resiste al paso del tiempo), el de  Segóbriga, el anfiteatro Flavio,  el  coliseo de Naxos, los de Cartago (actual Túnez), Lixus o Nemes. El criterio asistencialista del emperador ofrecía una rápida digestión a cambio de obediencia, confianza y perpetuiddad. El Ludius Troianus simulaba batallas, acrobacias ecuestres y las carreras pedestres. Tanto las peleas entre humanos – las “munera”, como las de leones y osos , las “venationes” eran muy populares.

     Cuenta la historia que uno de los espectáculos más memorables fue cuando Nerón hizo pelear a un ejército de pretorianos contra 400 osos y 300 leones .
      En el siglo III el emperador Constantino prohibió la matanza de seres humanos, ya bajo el reinado de la Cruz.
      Con un dólar a veintiocho pesos, pienso, ¿ qué sería del presidente Macri sin el Mundial de Fútbol?