Cuando cometemos los mismos errores a lo largo de la vida descubrimos que muchas veces no fuimos conscientes de estar encaminándonos al abismo que nos vio caer tiempo atrás. Quiebras, separaciones, juicios y traiciones suelen repetirse en la biografía de quiénes no pudieron sanar las heridas emocionales que éstos eventos provocaron. La neurobiología tiene un término que explica la reiteración del comportamiento humano y lo basa en la necesidad que tiene el cerebro de ahorrar energía y trabajar en conjunto para lograrlo, el patrón sistémico.
La conformación del cerebro actual llevó millones de años y la lucha por la supervivencia no es cosa de las últimas generaciones. Abastecerse, adecuarse al clima y proteger al grupo siempre demandaron un gasto de energía vital enorme, razón por la cuál nos organizamos desde los albores de la humanidad en comunidades. La ventaja de no estar sólo es que en los grupos hay roles asignados: uno caza, el otro hace la comida, un tercero cosecha y todos, a su manera, cuidan la memoria de la comunidad, pensándola, haciendo música, tejiendo historias en tapices y fogones. Esas dinámicas entre los pares crean patrones sistémicos que se repiten de modo funcional, permitiendo que la agrupación perdure en el tiempo. Cuando uno de los integrantes falta, de inmediato otros cubren el espacio vacío para que no se desestabilice el sistema hasta entonces armónico. Sin embargo, no siempre es tan sencillo lograrlo.
Todos traemos de nuestras familias un determinado patrón sistémico que nos ha permitido llegar a ser quiénes somos. Sin embargo, las leyes secretas que constituyen ése manual de normas jamás escrito no siempre son las adecuadas para nuestra vida actual. Saber qué rol tenemos asignado en nuestros grupos de pertenencia, las cargas que sobrellevamos, qué espacios no sabemos llenar y, sobretodo, aprender a dibujar los nuevos mapas que prescindan de las travesías abismales hará que no volvamos a caer en el mismo problema una y otra vez.
Ya lo decía el pórtico del Oráculo de Delfos, conócete a ti mismo, cuya nueva versión es conoce tu patrón sistémico.
(Obra de Cristina Macías, Marchiaro)