El año de la rata no ha sido el más alegre y, por fortuna, terminará pronto. Mi amigo Darío Rossati, autor rosarino sobre el horóscopo chino e incansable investigador, ya me lo había advertido. Lástima que los referentes estudiosos en la literatura esotérica  no tienen la suerte de los autores que portan apellido, tienen lazos estrechos con la prensa o han venido del mundo el espectáculo. Les cuesta el doble hacer sonar su voz y terminan siendo leídos por  poca gente. Con el diario del día después es  fácil hacer predicciones.  Pasadas casi todas las hojas del calendario 2020 recordamos atónitos la entrevista de Jimena Latorre y Lourdes Verón en el Diario de Mariana , en canal 13 a finales del 2019, diciendo que este sería un año extraordinario, con abundancia en la economía  y viajes bien aspectados. El video está disponible en Youtube y se hizo viral.  La pitonisa de la Cruz el Sur, como ella misma se denomina,  Ludovica Squirru Dari, afirmó que el año de la rata  sería un período excelente para sociabilizar y compartir encuentros en comunidad (entrevista Clarín 13/12/2019). A la tarotista, a la astróloga y a la estrella se les escapó la tortuga de metal y no supieron anticiparnos el virus que nos llevó al confinamiento y al aislamiento social.  Aunque el aparato mediático se encargue de confundir y reparar los errores de los falsos gurúes con la rapidez del rayo, la memoria de algunos y la responsabilidad de otros (entre los que me incluyo), lejos de regodearnos con los papelones ajenos, advertimos a los consumen este tipo de libros que sepan en quiénes depositar su dinero y sus expectativas. No faltaron las entrevistas que avalaron, reconstituyeron y acomodaron información para seguir explorando un mercado siempre próspero y no dejarlas mal paradas, pero la realidad es que la mayoría de mis colegas debería tener pedido de captura. Mientras tanto, en ciudad gótica, autores como Darío Rossati y Silvia Canda, Claudia Trabucco y María Adela Cortés,  esotéricos de fina cepa, siguen esperando un editor que los publique.

En lo que a mí respecta, la única vez que hice predicciones fue para El Planeta Urbano, a pedido de Roberto Villamil. Cuando el editor leyó lo que había escrito me llamó por teléfono para decir que  pagaba la nota, pero que no podía publicarla. Era demasiado catastrófica y los lectores se intimidarían. Había que tirar buena onda.  Contesté que no se hiciera problema y me negué  a cobrar por un trabajo inconcluso. Fue en el 2000, una edición especial para celebrar el pasaje del milenio y el texto se refería a lo que le tocaría a la Argentina en el 2001. Quisiera no recordar ese año infausto, pero la Historia lo registró como un período negro en el que conocimos las palabras corralito, cacerolazo y el índice de desempleo  trepó a las nubes .

Como discípula del hermetismo sagrado, considero que hay que ser muy cuidadoso a la hora de predecir. En lo posible, advertir en lugar de sentenciar. Como en la medicina , nuestra función hoy debiera ser prevenir y alentar  buenas conductas, en lugar de explorar del símbolo la parte fenoménica.

Ojalá llegue el tiempo en el que deje de escuchar frases como las que pronunció la semana pasada Claudio María Domínguez en su programa de radio 10, Hacéte cargo, pidiendo a los oyentes que sustituyan la palabra trabajo por actividad remunerada. Según el chico Odol, trabajo tiene encriptada la fórmula traba para abajo, poco propicia para la prosperidad.  Agudicemos el espíritu crítico y demos de baja a quienes no hacen más que crear un personaje sobre sí mismos, dibujando pececitos de colores  en lugar de tomar en serio la responsabilidad de ser voceros de la gnosis, de la magia y de las tradiciones sagradas.

 

Imagen  Goldfish, de Henri Matisse.