Un cielo colmado de fuegos de artificio puede hacernos imaginar que estamos en la corte del emperador chino , en la comitiva de Marco Polo. Quizá haga soñar a la enamorada o tenga el poder de recordar los viejos tiempos al melancólico. Al mandaparte le permitirá lucirse, hacer saber al vecindario que tuvo un excelente año y se dio el lujo de gastar miles de pesos en pirotecnia. No obstante, los fuegos artificiales pueden tener consecuencias funestas: provoca quemaduras graves , produce contaminación sonora y en ocasiones trae pérdida de la visión y audición en los humanos. La mayoría de los afectados, según el Ministerio de Salud , por estadística, son los niños de 5 a 14 años.
En los animales domésticos las consecuencias son aterradoras: aturdimiento , pánico, pérdida de la orientación ,de la estabilidad y ataques al corazón. En algunos animales silvestres producen muerte inmediata.
Nadie en su sano juicio debiera contentarse con hacer estallar cohetes . Sí con mirar las estrellas . No serán tan efusivas, pero su brillo exquisito siempre está ahí, cuidándonos en silencio , como los viejos amores.