Hay una frase de Maharishi que atesoro en mi corazón, genial por el alcance de sus palabras y por la verdad que ilumina ” el verdadero juego es el del corazón, en el que tú te diviertes y sabes que vas a ganar“. El tema de la ludopatía es bastante grave en Argentina. No hay pueblo perdido que no arrebate los billetes de los bolsillos de los desavisados con un casino que simula ser Las Vegas. En la era K se han favorecido la importación de máquinas tragamonedas y han proliferado los timberos de Ushuaia a La Quiaca. En Capital Federal hay una verdadera ciudad de máquinas tragamonedas y ruletas debajo del Hipódromo de Palermo y vaya a la hora que vaya por Av del Libertador, a esa altura lo sorprenderán la fila inmensa de taxis que esperan o llevan a los jugadores. Una tristeza. Unos pocos se han favorecido con el proteccionismo a las Loterías y muchos han caído en desgracia, perdiendo todo lo que tenían. A razón de que la ludopatía no es visibilizada, sino que es considerada un desvío de comportamiento, una avivada, una tentación a la que debemos caer de vez en cuando, no se la trata con la debida importancia. Y Maharishi, un sabio hindú que trajo la Meditación Trascendental a Occidente, lo sabía. Veía cómo el materialismo arruinaba la vida de la gente sin darle otra salida que el azar. Sin combatir el concepto de diversión enseñó a sus adeptos a plantarse frente al juego, rescatando su esencia, la alegría del niño frente a lo imprevisto. La ansiedad del que juega ante el objeto de deseo busca una tabla de salvación temporaria que sabe que lo hundirá en el momento menos pensado. Sin embargo, la adicción irrefrenable lo lleva al abismo a pasos agigantados . Al contrario de lo que propone el sabio, es un juego en el que siempre se pierde.
Cuando se juega por necesidad, se pierde por obligación. Ésa frase del saber popular indica el camino por dónde no debemos ir . En un Estado en dónde la salud mental no es prioridad, no nos queda otra opción que buscar alternativas para ayudar a quienes padecen el mal . Hagamos sonar las trompetas de la advertencia. Busquemos recursos para fortalecer nuestras debilidades. La meditación es uno de ellos. No se ría. No conozco a un sólo meditador adicto al juego.
(Obra de Luis Felipe Noé que se encuentra en el Museo del Tigre)