¿ Por qué trabajamos?

¿ Lo hacemos sólo por dinero?
¿ Para distraernos ? Trabajamos por hobby?
Cuenta la leyenda que un noble, por simple placer estético, contrató a un campesino para que anduviera por el castillo con el pico al hombro, como lo haría en el campo. Lo subyugaba la elegancia de los movimientos que simulaban una siembra y por eso pagaba un sueldo muy superior al que el joven recibiría por su labor en la tierra. Sin embargo, luego de entretener al noble por unos días, el campesino decidió volver a su rutina y pidió la renuncia. El patrón trató de convencerlo de lo contrario, argumentando que era una excelente paga por tan poco esfuerzo, a lo que el joven contestó: _ No produzco nada aquí . Prefiero trabajar duro y ver crecer mis propios frutos. 
En una cultura que magnifica el trabajo, al mismo tiempo que lo vacía de contenido, cada vez son más los que se atreven a hacer “lo que les gusta” sin medir las consecuencias económicas que eso pueda acarrear en el futuro, desdibujando mandatos y creando sus propios negocios. Por otra parte, están los que se ponen el pico al hombro para la foto y no soportan las presiones de una actualidad cada vez más competitiva y feroz. No se habituaron a las rutinas exigentes, a la tecnología, a la saturación del mercado laboral  o simplemente, se acoplaron a la cultura de la queja. También va en aumento, de la mano del liberalismo económico, una clase social que no trabaja y se jacta de la necesidad imperiosa de  tomarse vacaciones.  Descansan, descansan y nadie entiende de qué se cansaron
Habría que repensar el trabajo.
 El que no trabaja, que no coma, dijo San Pablo a los cristianos de Tesalónica, probablemente  inspirado en el libro de Job del Talmud de Sanhedrín, que existió muchos siglos antes que él se cayera del caballo.
Los antiguos sabían que sólo a través del desarrollo de nuestras aptitudes podremos crear un mundo mejor. Y era de público conocimiento que  todos, sin excepción, tenemos un don, algo que sabemos hacer bien y transforma nuestro alrededor .
El trabajo nos hace dadores, nos entrena, nos organiza y enlaza. Nos hace recordar que somos comunidad. Rejuvenece. Calma los nervios. No trabajar estresa, engorda, nos vuelve fofos y perezosos. Empobrece. Hay más problemas por falta de trabajo que por exceso, por cierto. Y los tiempos de crisis nos proponen a la vez problemas y soluciones creativas.
Debiéramos cambiar el patrón vibracional de la palabra trabajo en nuestro interior. En lugar de provocarnos fastidio, debiera generar una clase energía renovadora,  pulsante, que nos inspire a ser co-creadores de las nuevas realidades posibles. Sólo así nos sentiremos plenos de la vitalidad necesaria para salir de la crisis.
(Ilustra cuadro de Edward Hoppe, Night Office)