Cuando Gustavo Jalife fue convocado por el editor del Semanario Nueva Presencia, Herman Schiller a entrevistar a Jorge Luis Borges en su departamento de la calle Maipú, no sabía que el autor de obras inolvidables, como Elogio de la sombra, El hacedor, El oro de los tigres y tantas otras, le daría una lección de vida. Fiel a las leyes del anfitrionaje inglés lo recibió una mañana del 1985, impecable y con dos horas disponibles. Luego de despedir a Fanny, su mucama de toda la vida y de acomodarse en su sillón preferido, empezó su monólogo, diciendo ” Yo vivo de dos pensiones. Una corresponde a mi cargo como director de la Biblioteca Nacional y la otra a la cátedra de literatura inglesa de la Facultad de Filosofía y Letras. No podría vivir de mis libros a pesar de que están traducidos a una gran cantidad de idiomas. Ningún escritor puede vivir de lo que escribe. Días pasados me encontré con un escritor, no diré quién es, que me dijo ” Estoy muy avergonzado, estoy escribiendo novelas pornográficas. Uno tiene que vivir.” Entonces le pregunté si vivía bien haciendo eso y me contestó que no, que tampoco podía vivir bien escribiendo ese tipo de literatura. De modo que parece que no basta con prostituirse para vivir como la gente “.
Gracias Gustavo por recordarnos a los que amamos la escritura ésta anécdota. Muchas veces el mercado editorial nos invita a recorrer caminos no deseados. Ejemplos cómo éste nos hacen saber que aunque nuestros libros no estén en las góndolas de los supermercados y no sean best sellers hormonados, debemos seguir adelante con nuestros sueños. No basta con prostituirse para vivir de la escritura.