Las virtudes eran cuatro hermanas, cada una con sus bemoles. La primera , Prudencia, tenía estatura mediana , era  silenciosa y estricta. No le gustaba ir a bailar ,el alcohol y cuidaba a las menores con esmero. La segunda, Justicia, era ciega y no pegaba una desde que se había ido a vivir a la Argentina . Siempre motivo de preocupación para la primogénita, encontraba gran apoyo en la hermana que le seguía , Fortaleza. Ésta era amante de las playas del norte de  Brasil, en dónde  había instalado un spa y hospedaba a Justicia  siempre que la no-vidente tenía un problema. Todos sabemos cómo es la noche en la costa del Atlántico: fogatas,romance, desenfreno, turistas. Prudencia estaba como loca con el tema, nunca estuvo de acuerdo con que su hermana haya puesto parte de la herencia familiar en semejante rubro, pero por la intervención diplomática de Fortuna , prima voluptuosa y convincente, decidió darle una oportunidad a la empresa familiar.
 Pasaban los días y la mayor, preocupada por Justicia en Brasil, decidió caer de sorpresa. ¡Por dios lo que vio! Samba, drogas y rock and roll a plena luz del día. Si no fuera por la menor, Paciencia, no sé en qué hubiera terminado esa historia. Recién llegada de Suecia,  tras haber recibido el Nobel de la Paz de la mano de la mismísima Reina, Paciencia impidió una vez más la catástrofe familiar. Calmó los ánimos, les hizo imposición de manos,  leyó poemas sufíes y entonó mantras larguísimos , hasta dejarlas dormidas a las tres. Mañana será otro día, pensó,  mientras disfrutaba de la alucinante  puesta de Sol en la Playa del Futuro. Ya lo  dijo Cervantes: ” En todas las casas cuecen habas, y en la mía, a calderadas”.
(imagen de Jericoacoara)