Palabra de moda, proviene del latín pro, que significa adelante y crastinus, referente al futuro, significa postergar indefinidamente aquello que debiéramos estar haciendo. No es un simple “dejar para mañana” sino un sistema de autoboicot permanente que se alimenta de nuestro propio estrés. ¿ Cómo funciona? Tengo que estudiar para un exámen. Dispongo todo para que el lugar quede apropiado, lo ventilo, enciendo la mejor luz y abro el libro. Pero “una voz” me susurra, ¿ y si te cambiás de ropa? Vas a estar más cómoda… Así pierdo diez minutos de las dos horas que dispuse para el estudio. Vuelvo a sentarme, ahora con ropa holgada, pero al minuto siento hambre. No puedo concentrarme. La voz me insinúa “aprenderás mejor con el estómago lleno”. Pierdo media hora, porque ya que estoy en la cocina, me preparo un café… Y así hasta que se consuma por completo el tiempo límite.

       Todos, en alguna medida, procrastinamos. Ésa voz es el subconsciente saturado de obligaciones que encuentra una forma de pedir ayuda. En lugar de doblegarlo y someterlo a nuestro ritmo, debiéramos escuchar sus razones, reconfortarlo y conciliar. Una de las técnicas para dejar de postergar obligaciones es recompensarnos tras el esfuerzo realizado. Otra es la técnica de los “cinco minutos”. Si logramos perdurar ése tiempo en la actividad que nos propusimos hacer, el cerebro creará el estímulo necesario para que lo continuemos hasta el final. Buena suerte.