Ritual y ceremonia, ¿en qué se diferencian? ¿Son sinónimos? Veamos.

Según el Glosario Teosófico de Helena Blavatsky, publicado en 1977 por editorial Kier, los rituales son celebraciones religiosas que deben practicarse en ciertas épocas del año. 

En la Enciclopedia ilustrada de la Lengua Castellana de editorial Sopena, del año 1967, tomo 4, encontramos, Del latin ritualis. Perteneciente al rito o relativo a él. Ceremonia o costumbre. Conjunto de reglas para la celebración de un culto y de las ceremonias religiosas.

Ceremonia, en el Glosario, remite a la palabra magia, en dónde, finalmente, no se la incluye ni define. Ya en el Sopena, dice, acto externo realizado dentro de los términos de una ley, estatuto o costumbre para rendir culto a las cosas divinas o en homenaje y reverencia a las profanas.

Para las runas esas palabras se diferencian por completo, no son sinónimos.

El ritual consiste en un acto sagrado que requiere un altar y una intención, en dónde se combinan letras y objetos que representen los cuatro elementos: tierra, agua, fuego y aire. En la yuxtaposición del cuaternario, surge el quinto elemento, el hielo, que otorga resistencia y valor a la intención. No hay ritual sin altar y no hay altar sin elementos. Las velas representan el fuego, las flores, frutos y gemas, la tierra, el agua no debe faltar y los cantos y plegarias, el aire. Se ritualiza para pedir una gracia, por la salud de alguien enfermo, por el comienzo de una actividad, para la venta de un inmueble y para todo aquello que necesite la ayuda divina. Es una invocación.

La ceremonia es una celebración que busca agradecer un acontecimiento o recordar su aniversario. Festejar revitaliza la relación cielo/tierra, nos hace rememorar quienes somos como comunidad. Sólo la fiesta tiene el poder de detener el tiempo y toda fiesta es ceremonia. Para ello, utilizamos los cinco sentidos: visión, olfato, audición, gusto y tacto. Yuxtaponiéndolos de manera armónica, despertamos el oculto, famoso y anhelado sexto sentido, la intuición.

Los antiguos sabían el poder que encierran los rituales y ceremonias. La celebración de cumpleaños actuales son réplicas hogareñas de las reuniones que se organizaban en los templos para las fiestas patronales, así como el cigarrillo es el intento de la industria de apropiarse de la magia y del status que le otorga el humo al chamán. Convocar el poder del tabaco requiere una iniciación. En esa ceremonia se pide permiso a la planta y se le agradece el placer y la sanación que nos ofrece. No se le arrebata a ningún ser vivo (sea planta o animal) su poder sin sufrir, tarde o temprano, las consecuencias.

Recordemos que en las ceremonias se brinda, elevando las copas al cielo y dándole gracias a los buenos espíritus por tener los ojos puestos sobre nosotros.

Recuperemos la conexión para que esa frase signifique algo más que haberse quedado sin wifi.

Ritualicemos para intencionar. Celebremos para agradecer.

 

Ilustra obra de Guillermo Lorca García Huidobro.