Las Runas no son un simple oráculo. Traen consigo la sabiduría de los alfabetos antiguos. Sus letras recuerdan el poder de la escritura antes de convertirse en un simple método de registro. Tienen en su ADN la formación de las ciudades-estado, el advenimiento de la agronomía y la pecuaria en sus primeras dos letras Feoh y Urz; la elaboración de herramientas y de las armas en la tercera letra, Thorn; la palabra escrita en Ansur, la cuarta letra; la creación de la rueda en Rad, la quinta letra; el manejo del fuego en el interior de la runa seis, Ken; en la séptima letra, Gyfu, raíz de la palabra gift se encuentran los primeros clanes que se animaron a salir de la cosanguinidad , abriendo paso a la diversidad y en Win, la última letra de la primera serie de ocho runas, el aett, mora la alegría de los ritos iniciáticos. Si observan bien, las seis primeras letras dan el nombre al principal alfabeto rúnico, el Futhark.
La primera familia o aett representa a los vanires o vanes, deidades primordiales de la mitología nórdica. Ellos estaban a cargo de la fertilidad, los ciclos naturales, el calendario sagrado y la potencia vital. Los hermanos Frey y Freya son los patronos de las primeras ocho runas, de gran enraizamiento con el elemento tierra y poder regenerativo. Quizá por esa razón el alfabeto se inicie con la letra F, la de los hermanos amantes, dado que en la época en la que regían aún no existía el tabú del incesto. No había estatutos, sino que comandaba le ley natural. De ellos proviene la palabra vanidad y todo lo que es vano, fluido y pasajero. Freya, la reina de las valquirias, era la diosa de la belleza y de la profecía. Su séquito era el encargado de elegir cuáles eran los guerreros que morirían en batalla y cuáles seguirían vivos. Frey, dios de la fertilidad, hacía que las cosas reverdecieran a su paso. Su tristeza podía causar desastres naturales que afectaban a todos los seres vivos, por eso se lo honraba con cantos y ofrendas. Mucho tiempo después la literatura les asignó parejas a ambos, ya en un intento reparador de la moral del siglo VI.
El primer aett nos recuerda el período matriarcal y la importancia de la mujer en el pensamiento rúnico. Nada se hace bien sin antes honrar el Espíritu Femenino. Sin la fuerza de la madre nutricia, la armonía y la igualdad de género son imposibles de establecer.