¿ Cómo puede un antiguo alfabeto vikingo, olvidado desde hace ya mucho tiempo, ser una guía para el crecimiento personal?  Cuando llegan a la consulta por primera vez, la mayoría de los individuos vienen tensos y apesadumbrados. Curiosas y la vez desconfiadas, ésas personas sin excepción vienen recomendadas , ya que es norma de la casa no publicitarse en avisos, folletos ni propaganda de ningún tipo. Salvo en la promoción de algún libro, rara vez se escuchará hablar de Runas en la prensa. Sin embargo, el hábito de consultarlas se propaga más y más cada año. ¿ Por qué éstas letras angulosas y rudimentarias despiertan  fascinación?

En primer lugar porque son misteriosas. Recuerdan que todo alfabeto fue, es y seguirá siendo sagrado, aunque la escritura se haya popularizado y su uso haya naturalizado el fenómeno más increíble de la creación humana: la reproducción de la palabra a través de las letras. ¿ Cómo pasar información de una aldea a otra, cómo preservar los secretos de poder, cómo contar historias de una generación a otra sino a través de la palabra escrita? Las Runas, por lo tanto, son el testigo fiel de la evolución de la civilización humana, como lo son el alfabeto hebreo,el griego, el sánscrito y el chino. Si a ésto le sumamos que de ellos es el único que contiene en el registro de  la cultura de Occidente, empezamos a comprender el por qué nos sentimos subyugados ante su despliegue.
En segundo lugar, consultarlas es zambullirse en una experiencia única. Entregarse a sus consejos es volver a  abrir los oídos y el corazón al lenguaje de los dioses, recordando que todo espíritu precede a la materia y se manifiesta de acuerdo a sus reglas y no lo contrario. Devuelven a quienes las buscan lo que años de dogmas religiosos nos quitó: lo sagrado no es propiedad de nadie. A todos nos pertenece. Confirman que  las señales que conducen a la felicidad devienen de una mejor experiencia humana sobre la Tierra y están al alcance de aquellos que se animen a explorar su alrededor. Las Runas indagan sobre lo que estamos haciendo bien y en dónde nos estamos equivocando. Reprograma nuestro GPS.
En tercer lugar, recuerdan que lo importante no tiene por qué ser solemne. Deja detrás el acartonamiento y el temor medieval a Dios. Nos permite reflotar lo lúdico  (de hecho en el pasado se lo llamaba Juego de Runas), para que despertemos al Niño Interior que todos llevamos dentro. Sólo así sentiremos ansias de futuro y aquilataremos las experiencias del pasado. Sólo así potenciaremos el tiempo presente.
(Ilustra obra de Richard Burlet)