El Teatro Colón fue elegido por un prestigioso sitio web de turismo cultural como el mejor del mundo. Gloria de la lírica, el ballet y de la música clásica mundial, superó a La Scala de Milán, al Teatro Massimo de Palermo, La Fenice de Venecia y el San Carlo, de Nápoles. El sitio www.travel1365.it destaca las cualidades técnicas y audiovisuales que presenta, el estilo neoclásico de la construcción, el escenario del tamaño ideal para que se presenten grandes compañías y la acústica excepcional.
Construido por el italiano Francesco Tamburini en 1908, que murió antes de que lo inauguraran, fue terminado por Victor Meano, el mismo arquitecto que ideó el Palacio del Congreso Nacional veinte años después que se iniciaron las obras. Con capacidad para 2.487 espectadores, fue reformado para su centenario de manera controvertida y recibe un trato aún más polémico por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Este fin de semana, para que sepan, en el escenario en dónde se presentaron Callas y Pavarotti, tocará Bang on a Can, un grupo neoyorquino de público multitudinario, cuyo nombre ya lo dice todo, algo así como los golpeadores de latas. El argumento de los que lo administran es que si no lo alquilan, el “elefante blanco” no se mantiene sólo.
Para el mundo, joya exquisita. Para la administración actual, el cuarto que sobra de la casa, el elefante blanco que hay que rentar para que no se venga abajo.
¿ Hasta cuándo tendremos que soportar que lo profanen a cambio de dinero? Que sea de todos no significa que ahí pueda cantar Palito Ortega, la Bomba Tucumana o la banda cool neoyorquina de turno . Les vendría bien un poco de humildad a los artistas que no son del palo y a los que lo administran, mercaderes del templo, por las reformas mal hechas, el piso duro para los bailarines que los lastiman cuando saltan, los mármoles originales y adornos que no fueron restaurados y los vendieron como chatarra, por usarlo como el zoom del edificio, la hoguera infernal.